Elegir
lo que vamos a hacer en el futuro es siempre un desafío inquietante.
Mucho más
cuando uno es joven y comienza a pensar en ello por primera vez.
Sentimos
que elegir que hacer, es elegir una forma de vida, es elegir quien ser, hay
pues mucho en juego, mucho más que elegir entre la ocupación A,B,C. Nos estamos
eligiendo a nosotros mismos y esto se da en una situación con tantas presiones
que puede abrumarnos.
Junto
con la elección de una pareja tal vez sean las dos decisiones más importantes
que debemos afrontar. A partir de ellas comenzamos a construir lo que serán
nuestra familia y nuestro trabajo.
La
sociedad no tiene la misma actitud frente a estas dos elecciones que los
jóvenes enfrentan. En un caso se considera que hay que madurar, experimentar y
no apresurarse. En el otro que es un trámite administrativo que debe cumplirse
pronta y prolijamente.
Por esto, lo primero que debemos tener presente es que estamos frente a un problema complejo y por lo tanto no tiene soluciones sencillas o mágicas.
Como todo problema comenzamos a resolverlo cuando nos decidimos a encararlo.
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